Hay algo que me llama todavía más la atención que esa forma estrictamente gatopardista que tiene el kirchnerismo de ejecutar lo que en buen romance se denomina una “purga”: es el principio fundamental por el cual se da por sentado que cada funcionario oficialista es una especie de hombre renacentista. Tipo Leonardo, que mientras pintaba
En cambio nuestros hombres renacentistas son tipos como Alak o Aníbal Fernández, que parecen ser buenos para todo aunque no hagan otra cosa que agua por todas partes en cada nueva oportunidad que se les concede.
Corríjanme si me equivoco, pero hasta donde yo alcanzo a recordar, la lealtad en sí misma, por más elogiable o digna que sea, nunca en la vida ha resuelto un puto problema, ¿o sí?
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