porque la vida es como te la hacen

viernes, 31 de julio de 2009

Me terminaron sacando, liberales y progresistas de Palermo Soho

No es el tema de legalizar o no el aborto lo que me molesta, porque a fin de cuentas es algo que tarde o temprano se va a tener que encarar seriamente y no con pintadas en el Cabildo o marchas y demases; además, se esté de acuerdo o no con eso, es materia opinable.

Dejando aparte el tema de las violaciones porque tengo poco tiempo, lo que realmente me atrofia la cabeza es la pretensión de gratuidad que acompaña al "legal". No sólo el Estado debería enmendar las cagadas libidinosas de la gente legalizando el aborto, sino que encima debería hacerse cargo del costo del servicio. Si tenemos en cuenta que, de legalizarse el aborto, mucha gente estaría considerando que al hacer uso de él estás matando a alguien, bueno, creo que una idea justa para dejar a todos contentos sería que el asunto te saliera buena guita, así de paso la gente aprendería a la fuerza las fascinantes capacidades, ciclos y operaciones de su sistema reproductor.

Pero por suerte yo me cuestiono pelotudeces, porque el Ministerio de Educación acaba de lanzar el "ludo sexual", que parece ser una herramienta super moderna tipo las que usan en Dinamarca para que los chicos puedan elegir qué orientación sexual tener, qué tipo de posición elegir, con quién copular, etc., y hasta derriba grandes mitos, como la asimetría en los testículos, el orgasmo femenino y el embarazo con toallas, todo en simpáticas tarjetas tipo Monopoly, mientras que al menos a mí, lo único, realmente lo único que me interesa de la educación sexual es evitar esta proliferación literalmente proletaria (valga la redundancia, claro que sí) que existe en la Argentina y evitar traer más y más gente al mundo que sólo tiene para comer más y más gente en el mundo (si deviene en canibalismo no me sorprendería). Para remediar todo esto no sólo el tamaño de los testículos es irrelevante, sino que incluso para muchas noemíes y johnatans hablar de estos temas puede terminar siendo contraproducente.

Pero seguramente un joven sentado en su pupitre de tres patas en Puán me dirá: ¿pero qué pasa no ya con la gente que no puede pagarse un televisor, sino con la gente que ni siquiera puede pagarse un anticonceptivo? ¿le vas a cobrar por el aborto? (La televisión, como todo buen lector de Graziano sabe, fue inventada originalmente por la CIA y el Pentágono para generar en Latinoamérica un crecimiento demográfico regresivo, así estos países no tienen la cantidad de divisiones suficientes en el ejército para cuando Europa y los Estados Unidos den inicio a la invasión, que comúnmente se conoce como "La Guerra por el Agua") (Otra cosa que todo buen lector de Graziano también sabe es que la televisión se inventó en el mismo laboratorio donde la CIA y el Pentágono crearon el crack, con el objeto de quemarle las neuronas a los afroamericanos) (Y algo que no saben los lectores de Graziano todavía, pero que posiblemente lo sabrán en su próximo libro, es que en el mismo laboratorio donde la CIA y el Pentágono crearon la televisión y el crack, en la actualidad se encuentra el cuerpo del Coronel Custer, congelado gracias a un costoso proceso de criogenia, y que lo van a descongelar en cuanto haga falta una nueva estampida). La solución para el dilema que plantea nuestro joven en Puán es muy simple, y se llama educación sexual en serio. Pero, oh casualidad, cuando se empieza a tocar este tema, los que supuestamente deberían impulsar el asunto prefieren trenzarse en una discusión bizantina con la Iglesia y los émulos de Silas y sus cilicios. Parece ser casi una cosa irresistible para ambos. Y parece ser también irresistible banalizar el debate a través de juegos de la oca, con el único objetivo de aumentarle la adrenalina a los hijos del Papa.

Cuando pendejos de 12 años empiecen a violar a sus maestras en Coronel Pringles, mientras le meten la tarjeta de los testículos asimétricos -en el mejor de los escenarios posibles- en la boca a modo de mordaza, probablemente tengamos un nuevo ministro de Educación. O un nuevo Gobierno.

Y la misma gente naciendo para nada, y los mismos idiotas pidiendo a gritos cualquier cosa, siempre y cuando venga gratis, y de pie para debatir con los tipos en sotana.

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