El kirchnerismo es un movimiento de seguidores sin pasión, de tipos que, no importa cuál elijas, a fin de cuentas siempre tiene algún vínculo laboral o económico con el Estado, y por ende con Kirchner. Incluso buena parte de la gente cada vez más escasa que los vota lo hace para recibir una garrafa o un calefón y no morir congelado durante el invierno, o para reafirmarse en la mediocridad de un empleo público degradante y gris, pero siempre estable y bien remunerado, rodeado de churros, facturas, memorándums y los sueños prohibidos y pecaminosos del paradisíaco Palm Beach menemista que nunca volverá. Pero ahora está Kirchner, y con Kirchner al menos todavía se puede viajar barato a Necochea.
Un eufórico muyahidín kirchnerista espera que sean las 18 para disfrutar de una Argentina popular, de pie, productiva, nacional y justa.
Revisé mentalmente todos los acólitos de Néstor más representativos, y siempre se llega al mismo callejón sin salida del empleo público, del subsidio, de los ATN, de la publicidad oficial o de la prebenda. No importa desde qué punta arranques, todo va a parar a la misma bolsa, que por otro lado no deja de ser una bolsa bastante poco honrosa. Incluso si escarbás por encima, hasta los organismos de Derechos Humanos tienen buenos motivos económicos, y no sólo morales, para apoyar al gobierno nacional y popular.
Pienso en Página/12, por ejemplo, y veo que tiene la misma necesidad de adular a Kirchner hasta el hartazgo que tiene Perfil, aunque por el motivo inverso, de no hacerlo. O ambas mayorías parlamentarias oficialistas, con sus contratos, sus asignaciones presupuestarias, sus pasajes y los fondos con que se compran sus lealtades, y que son después girados a sus respectivas y angustiadas provincias; o los diputados que súbitamente se vuelven kirchneristas, gracias a la tan estigmatizada traición, y que al tiempo reciben un puestito acá, una subsecretaría allá, etc., como si fuese lo más natural del mundo. A los intelectuales de Carta Abierta, los artistas populares que cobran millones por show y los empleados de Canal 7, ahora también hay que sumar a las barras bravas, a Maradona con el dineral que le paga la AFA por perder los partidos de la selección, a Grondona que maneja la guita del Estado que entró en la AFA, etc. Todos ellos vienen a engrosar la extensa lista compuesta por Aníbal Fernández, que defiende lo indefendible mientras vive del kirchnerismo desde hace 7 años; los movimientos sociales, que defienden a Néstor una vez que éste pone los subsidios e inventa cargos estatales para sus caudillos; Gullo y Kunkel, que se autoproclaman soldados de Cristina mientras tengan la seguridad de que su nombre va a estar a la cabeza de la próxima lista de diputados; Ignacio Copani, que posterga ilusoriamente la caída indeclinable de una carrera deslucida y tenazmente mediocre gracias a sus jingles para la revolución popular; Felisa Miceli, a quien siempre encuentran un puestito para pagarle sus inestimables servicios; la hermana de Kirchner, que maneja los subsidios y compra lotes a precio irrisorio en el Calafate; o la mujer de Kirchner, que ejerciendo sus dotes actorales puso en escena un amor inexistente que se pagó con la nada desdeñable suma de una presidencia, hoteles, viajes, millones, lujo y frivolidades. En fin, un extenso y casi infinito etcétera de idealistas con el precio marcado que sería imposible señalar acá, caso por caso.
Pienso en Página/12, por ejemplo, y veo que tiene la misma necesidad de adular a Kirchner hasta el hartazgo que tiene Perfil, aunque por el motivo inverso, de no hacerlo. O ambas mayorías parlamentarias oficialistas, con sus contratos, sus asignaciones presupuestarias, sus pasajes y los fondos con que se compran sus lealtades, y que son después girados a sus respectivas y angustiadas provincias; o los diputados que súbitamente se vuelven kirchneristas, gracias a la tan estigmatizada traición, y que al tiempo reciben un puestito acá, una subsecretaría allá, etc., como si fuese lo más natural del mundo. A los intelectuales de Carta Abierta, los artistas populares que cobran millones por show y los empleados de Canal 7, ahora también hay que sumar a las barras bravas, a Maradona con el dineral que le paga la AFA por perder los partidos de la selección, a Grondona que maneja la guita del Estado que entró en la AFA, etc. Todos ellos vienen a engrosar la extensa lista compuesta por Aníbal Fernández, que defiende lo indefendible mientras vive del kirchnerismo desde hace 7 años; los movimientos sociales, que defienden a Néstor una vez que éste pone los subsidios e inventa cargos estatales para sus caudillos; Gullo y Kunkel, que se autoproclaman soldados de Cristina mientras tengan la seguridad de que su nombre va a estar a la cabeza de la próxima lista de diputados; Ignacio Copani, que posterga ilusoriamente la caída indeclinable de una carrera deslucida y tenazmente mediocre gracias a sus jingles para la revolución popular; Felisa Miceli, a quien siempre encuentran un puestito para pagarle sus inestimables servicios; la hermana de Kirchner, que maneja los subsidios y compra lotes a precio irrisorio en el Calafate; o la mujer de Kirchner, que ejerciendo sus dotes actorales puso en escena un amor inexistente que se pagó con la nada desdeñable suma de una presidencia, hoteles, viajes, millones, lujo y frivolidades. En fin, un extenso y casi infinito etcétera de idealistas con el precio marcado que sería imposible señalar acá, caso por caso.
Creo que el error, a fin de cuentas, es mío. Ahora sé que de los defensores de una plutocracia se puede esperar cualquier cosa, menos desinterés, y nunca pasión.
Copani tuvo también como premio participar en una campaña televisiva para fomentar la lectura de libros (sí, él, y hablando mal español).
ResponderEliminarDebe ser difícil inmolarse en nombre del kirchnerismo, porque dos días después el objeto del ataque pasa a ser su mayor aliado y, automáticamente, el alma del mártir debe cambiar de jurisdicción y quedarse en el infierno.
Plantea un problema de jurisdicción metafísica tan grande, que ni siquiera Cristina y su inteligencia exepcional pueden resolver sin entrar en una guerra abierta de atriles contra Dios.
ResponderEliminarSin quererlo acabamos de fundar el primer pilar de la teología kirchnerista.
A qué esfera celeste o roja van los traidores cuando mueren, si al mismo tiempo el enemigo pasa a ser aliado o al revés.
ResponderEliminarY para que conste: en una guerra de atriles contra Cristina, Dios se pondría tan nervioso que empezaría a transpirar como Nixon y perdería.
ResponderEliminarEs que Cristina tiene el argumento ganador bajo la manga: Dios es golpista, pues destituyó a Adán y Eva sólo porque lucharon por la redistribución del ingreso de frutas.
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