porque la vida es como te la hacen

jueves, 20 de agosto de 2009

En la Argentina lo barato sale caro, pero lo gratis es un afano

Hay algo que me exaspera todos los días, y es el diario gratuito El Argentino. En un acto de resistencia heroica e inútil, cada vez que paso por la esquina antes de subirme al subte, meto las manos en los bolsillos y paso de largo frente a la chica que los reparte. Es inútil, porque tanto detrás de mí, como delante, todo el mundo, sin distinción social de ningún tipo, se abalanza desesperadamente a agarrar uno. Es el fatal encanto de la gratuidad: pasaría lo mismo si mañana se le ocurriese repartir granadas de mano sin seguro. La gente las agarraría igual y explotaría alegremente por los aires. Pero es gratis, ¿quién podría juzgarlos?

No me gusta usar esta analogía porque es un lugar común espantoso, pero cuando uno ve, ya dentro del subte, hacia la izquierda y la derecha las columnas interminables de gente leyendo El Argentino, no puede menos que reconocer que el adjetivo orwelliano en este caso está justificado. Es casi una pesadilla, y no hay nada que pueda hacerse por los condenados.

Pero lo que pude ver hoy me mató. Era la editorial de la última página referida a la televisación del fútbol, titulada con fervoroso oficialismo: Es para el pueblo que lo mira por tv.

Para ver el fútbol gratis hace falta la intervención providencial de un gobierno nacional y popular, eso no se discute, pero sobre todo hacen falta dos ojos y un buen sistema de salud que los proteja; hace falta una casa donde meter la televisión y un techo sobre esa casa; hace falta un trabajo para comprar esa televisión y mantener la casa donde teóricamente se guarda; hace falta también la seguridad de que nadie -ni un particular ni el Estado- te va a robar la televisión, ni la casa, ni el techo, ni los ojos; y hace falta, finalmente, una educación que no te condene al fútbol gratis toda la vida y al mismo tiempo te permita rebelarte cuando alguien hace un excelente negocio por debajo de la mesa y te utiliza como justificación. En fin, hacen falta un montón de cosas a las cuales les vendría más que bien una partida extra de 600 millones de pesos al año.

Los Kirchner acaban de acuñar un nuevo oxímoron, otro más de su prolífica cosecha: el fútbol gratis que cuesta 600 millones de pesos. Es insólito, pero es así: es bien Kirchner. De hecho, eso de que el dinero que gasta el Estado es del Estado y no de la gente que lo proporciona es kirchnerismo en estado puro. Por eso el fútbol es gratis.

Vale decir que es gracias a esta misteriosa inmaterialidad de los ingresos que éstos desaparecen también misteriosamente, o se convierten en aviones, hoteles, casinos, leyes o victorias electorales.

En resumen: el fútbol va a ser gratis, de la misma manera que lo son Aerolíneas Argentinas o el diario El Argentino.


Somos todos unos giles.

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